sábado, 6 de marzo de 2010

qué desencuentro.

Fue un encuentro casual, al borde de la avenida. Estuvieron diez minutos barajando palabras.
- No...si... te reentiendo, boluda- dijo él- Vos estás represionada.
Ella bajaba la cabeza. Buscaba un hombre de piernas largas, nada carilindo, bien jetón y futbolista, de ser posible el sueño.
- No...si... yo te repienso, loca, todo el día -dijo él.
Ella dibujaba el suelo con el pie, sobre la tierrita de la baldosa.
- ¿Sabés qué....?- preguntó apenas.
- Cómo no voy a saber... Pero si. Yo sé. Y te banco a full - dijo él.
- Yo necesito un viaje... - dijo ella- O...no sé, que me paguen la terapia. O, como dice mi hermano, una verga así de grande para saber qué mierda me pasa....
Ultimatum. El comprensivo cruzó la avenida con semáforo en rojo, la mano levantada en un saludo y una rata metida en el surco del culo. No la quiere ver más en la puta vida.

2 comentarios:

  1. Leo con algarabía que sacó el güarro y aprendió el lenguaje del cordón de los idiotas y de las que todavía soñamos con vergas grandes.
    ¡Chapeau!

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  2. Claro, seguramente, lo de grande lo dejaba fuera de concurso.
    No, en serio una hermosa síntesis de la jeunesse que si no empieza a aprender algo, rápido el mundo se va a la mierda.

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