miércoles, 26 de septiembre de 2012

MISERIA


Miseria ronda la esquina,
la noche, las peatonales...
es ladrona y asesina,
saca panza y pectorales.
El intendente la alumbra
para que no se la vea.
Y Miseria, a todas luces,
cada día está más fea.
Tiene frío,tiene hambre.
Con los dos ojos cerrados
se muerde y se relame
tras los supermercados.
Miseria quiere plata.
Miseria mete miedo.
Los corruptos cabalgan
a lomo de rateros...
Miseria toca el bombo.
Miseria guachiturro.
Miseria traficante.
Miseria rompe culo.
Avanza sin reservas
ni escrúpulo ni velo
en raído mameluco
o en reloj de estanciero.
Y le importa un comino
el conflicto o la calma:
la feria del camino
es para andar sin alma.
Y no tiene creencia
ni espíritu posible.
Y no tiene paciencia.
Es mala. Irreductible.
Usa carita de niño
pícaro, mal trazado,
que pronto se viene en banda
a escupirte de costado.
O de señora morocha
que se arrastra por el suelo
con un bebé de mentira
que trabaja de señuelo.
Pasea en carro cartonero,
pasea en auto de alta gama.
Pero no todo es dinero.
Hoy Miseria es la gran dama.
Y vestida de mujer
entra a jugar al casino
o es resentido chofer
que te atropella el destino.
Su amiga la Burocracia
le tramita los papeles
y la vieja Impunidad
la sube a cómodos rieles.
A veces la llevan presa:
por la puerta de atrás, sale.
No la educan. No le enseñan.
No conviene que se acabe.
Sale llena de tatuajes
y evangelios de memoria
que le sirven de pancarta
para burlar a la historia.
Miseria está en la tele.
Miseria hace turismo.
Notables y peleles
que son siempre los mismos.
Pobreza tiene orgullo:
trabaja lo que come.
Intenta, cuando puede,
que Miseria no asome.
Cuando asoma Miseria
no hay nadie que la asuma.
Ninguno clava un grito.
La pintan. La perfuman.
En geriátrico inclemente
Los viejos se van al tacho.
No importa si te criaron.
Miseria te quiere guacho.
A paco y a mano armada.
los jóvenes se estropean,
Futuro hay. Siempre hubo.
Pero Miseria lo niega.
Nosotros no resolvemos.
Los sábados por la noche
nos vemos alguna peli
o vamos a andar en coche.
Eso es lo que ella espera
para engullir con pasión
al pobre que patalea
en el estrés del montón.
Hospitales sin insumos,
carreteras inclementes,
a los tiros y a trompadas
se desahoga la gente.
Que se salven los que pueden
y ojalá que puedan pocos.
Si no somos miserables
nos van a tomar por locos.
Porque no falta poquito.
Porque ya está. Ya llegamos.
con Miseria en la cabeza
y con Miseria en las manos.
Miseria está acá nomás.
En un gesto se la advierte.
Hay cerveza y hay falopa.
y hay muchos indiferentes.
Yo la asusto con un libro
y se cae para atrás.
Y la pincho con palabras
pero a mi me va a matar.



lunes, 10 de septiembre de 2012

Historia simple y en broma del por qué, herida por un sable sin remaches, la Biblia lloraba junto a un calefón.

Hoy, en los baños modernos,
con yacuzzi y duchadores,
podemos tener un sauna
y varios masajeadores.
Nos podemos entalcar,
perfumar y depilarnos...
-cosa que nunca soñaron
los moradores de antaño.
En el siglo XiX
no se conocía el derroche
y se usaban bacinillas
y también tazas de noche.
No eran tazas de café
sino de "necesidades"
que, con el grito:"agua va..."
se arrojaban a las calles.
El que pasaba, de un susto,
daba lugar al desguace
cuidándose de que aquello
al caer, no salpicase.
En los fondos de las casas,
eran reinas las letrinas
y reyes los diarios viejos
para cubrir las rutinas.
Por suerte, con el progreso
y la astucia de la gente,
Buenos Aires fue pionera
en crear un monoambiente.
Con retrete y con lavabo,
el monoambiente triunfó
y empezó a llamarse baño
y se generalizó.
No toda casa porteña
tuvo este baño al principio.
Costaba tanto instalarlo
que era casi un espejismo.
No obstante, los ricachones,
de lo nuevo siempre al filo,
se impusieron la costumbre
de bañarse más seguido.
Al retrete y al lavabo,
le agregaron duchador:
una morisca costumbre
y un capricho de señor.
Lavabo, retrete y ducha,
eran signos de opulencia
y se cagaban de frío
más o menos con frecuencia.
Era urgente que la ducha
tuviera su calefón
y con el agua caliente
cambió mucho la cuestión.
Por otra parte, el papel
higiénico que hoy compramos,
era un lujo prohibitivo
para el obrero explotado.
Costaba caro, muy caro,
y nunca se conseguía.
Casi todas las familias
lo ignoraban u omitían.
Se apelaba a las revistas,
al papel imprenta diario.
Y al papel de frutería,
muy sedoso y coloreado.
Pero el color desteñía
y por limpiar...ensuciaba.
Las partes pudendas todas
les quedaban entintadas.
Gracias a Dios, esos años
difundían religiones
y la Biblia protestante
entró en todos los salones.
En los salones entró
pero también en los baños.
¡Nunca hubo tanto creyente
en esos míseros barrios!
Pues las sociedades bíblicas
regalaban ejemplares
y era como pan caliente:
Libro Sagrado a millares.
Cada porteño devoto
de cualquier grey aceptaba
en las calles y en las plazas
las Biblias que regalaban.
Y hasta iban a pedirlas
con vehemencia inusitada:
tres o cuatro cada uno
a las casas se llevaban.
¡Cuánta fe!, diría la Iglesia.
¡Qué avidez por La Palabra!
Mas, la historia verdadera
resultaba más macabra.
Perforaban una tapa
y en un ganchito de alambre
junto al calefón colgaban
papel biblia, dios aparte.
Por eso, Discepolín,
habla de la Biblia herida
por un sable sin remaches
contra un calefón sin vida.
Suaves hojas de papel
y agua caliente: un escrache
que es un himno nacional
y es el tango Cambalache.

domingo, 2 de septiembre de 2012

esa pobre mujer

esa pobre mujer
que se deja querer
ahora sonriente...
es de buena boca
y buenos dientes.

pero adopta de postura
la amargura;
si tiene pata corta
la mentira
tiene mano dura.

y al llorar desconsuelo
todo el tiempo
sin pañuelo,
le creo cómo se llama
pero el resto...
son macanas.

esa pobre mujer
que se deja querer
es un hueso duro
muy duro
de roer.