jueves, 22 de febrero de 2018

GRUPO

Hicimos caminos distintos.
No hace falta investigar
para saberlo.
Nos miramos de soslayo, todavía.
Sonreímos, atentos y puntuales
porque dos horas largas pasan pronto
con rayitos de luz y algún asombro.
Y aunque el encuentro estè planificado,
los sentires no se planifican.
Por supuesto que no nos conocemos
los amores, las dudas y los perros,
ni las largas distancias a solas en el tiempo...
Instados por los versos
que otros desgranaron al acaso
como si hubieran sabido que alguna vez
ìbamos a pasar por aquí y de este modo,
los desconocidos
coincidimos.
Es extraño: leemos al unìsono,
resolvemos enigmas ajenos- quizá propios-
con la misma inquietud,
como viejos amigos al pie de una fuente
que salpica agua fresca.
AMOR DE VERANO (CONSUELO DE SONSOS)

Tus pies felices en la arena blanca
y con uñas pintadas de turquesa
vienen y van a la altura de mis ojos
que parpadean al sol, justo a tus plantas.

Sombrillas verdes, amarillas, rojas,
se clavan hasta el mar como sombreros
y reìmos los dos mientras las olas
se rompen en el ansia de los cuerpos.

Mañana no vendrás y yo tampoco.
No habrá este cielo por sobre las cabezas
ni habrá el revuelo salvaje de gaviotas
enfrentando mis juegos y los tuyos.

Ninguno de los dos ha de olvidarse
de esta tarde en que atados a nosotros
logramos ser màs libres que la brisa
en la arena caliente de la playa.

Vamos a recordar al viejecito
que dijo: hay que pescar para comer barato
y hundió sus manos en la canasta inmensa...
¡Estaba llena, llena de peces movedizos...!
No quise saber nada. No quisimos...



Ahí està la paloma en la rama
endeble del jazmìn del cabo.
"Pero mirà què ocurrencia hacer el nido ahí...",
dice, al pasar, mi vecina.
Se acostumbrò a las voces la paloma.
No se espanta
si entramos o salimos
e insiste en empollar sus huevos.
La acuna el cielo inmenso y ella espìa
si es celeste, nuboso o està negro.
Casi inmóvil, los ojitos fijos en su esperanza,
ha resistido lluvias copiosas,
noches enteras y gatos hambrientos.
Sabe lo que quiere la paloma
custodiada por todo el jardín.
Semioculta, propone a la mala suerte
su fragilidad camuflada y su porfìa.
Sale indemne: gana, triunfa.
"Ahí està la paloma en el cable",
anuncia la señora de al lado.
La ciudad la combate con sus ruidos,
los motores, las bocinas, las sirenas...
Puede con todo la paloma. No se inmuta.
Ha dejado su único pichòn en el nido.
Y volverá a alimentarlo
cuando pueda, cuando tenga con què,
con toda seguridad,
dentro de un rato.


El cedròn ha saciado su sed...
Se embelesa hacia el cielo y las cenefas
dejan que el burucuyá - monstruo en silencio-
las enrede y oprima...
La gardenia se hamaca como puede
porque la brisa la usa y la abandona...
Yo, que siempre tengo gente en la cabeza,
yago mudo en mi sillòn de estrellas,
aspiro, aspiro y me entreduermo
sin pensar en nadie.
Y me siento un casi dios que està cansado
y al mismo tiempo
un polvillo del aire que se vuela...
que no està màs
y eso era todo.