domingo, 13 de febrero de 2011

NI


León de invernadero
mi corazón
da saltos de gacela si te veo
de sopetón.
No sé de dónde venís...
Cuántos años...
ni el nombre que tenés...
ni dónde estabas.
Es el saludo ténue
y la mirada.
No sé por qué.
Ni sé cómo.
Ni siquiera
me animo a verte en detalle
ni en la calle.
¡Ah, lo extraño de las maneras!
¡ese dulce temor del que hacés gala!
No es momento
- me digo -,
me parece,
estoy cada vez más loco,
salgo poco...
Tiene la culpa el modo
de idealizarlo todo.
Además arruinaría el encanto
pues si me pongo a hablar
¡ay.... hablaría tanto...!
No. No. No.
Me parece.
Me parece.
Ya casi ni te saludo.
Me hace mal...
Y vos te quedás mirando
mi indiferencia total...
¡Qué actor se ha perdido el mundo!
¡Qué abrazo te puedo dar!
Pero se me va a morir.
Porque lo voy a matar.

jueves, 10 de febrero de 2011

Con vos me siento bien. Cerré la puerta.
Es un pozo de sombras la ventana.
Como dos delincuentes pobrecitos,
nos estamos amando...
Moriremos los dos un día cualquiera,
de un verso que nos mate como un tiro
Poesía. Y en el acto.
Tenemos todo lo necesario:
casa, comida, libros, trabajo...
y la ironía indispensable
y a veces risas de las de antes
- de las que eran grotescas, limpias,
y no podían improvisarse-.
Por eso vienes desde hace tanto,
por eso sientes cómo yo abarco
tu fiel latido en el abrazo...
porque sabemos que si algún día
no hubiera dónde juntar las manos,
ni hubiera cómo sentarse un rato,
ni hubiera quiénes para acercarnos...
los dos tendríamos
lo necesario.

"querida juventud, ya es tarde"

La juventud
se desluce
se arruina
se rompe
se desgasta...
Usen el corazón
lo antes posible.
No es cuestión
de vivir papando moscas
en el basural
de edades perdidas
toda la vida.
Hay que prevenir
esa hecatombe
de juventud en fuga
despiadada.
Porque se va, se va...
Sin corazón
no hay nada.

testigo

Me persigue un silencio
cuando escucho las voces
y cuando las contesto,
cuando gozo las risas,
cuando cuento los cuentos,
cuando avanzo en las calles,
cuando compro mi vida,
cuando arrojo puñales
y derramo caricias.
Me persigue un silencio
cuando quedo en silencio;
va conmigo en las venas,
en la piel, sin descanso.
Un silencio cualquiera,
persistente y compacto.
Y a todos nos persigue
ese silencio exacto.