a veces suelo mirarme
como un vecino curioso...
no me puedo creer tan indefenso,
tan solitario, tan misterioso...
¡haber llegado hasta acá...!
¡tanto camino sinuoso...!
ensayo la caricia del abuelo
con mi mano en la cabeza
y me convierto en mi abuelo
allá, por el sesenta...
es esa sensación
de ser mi hijo...
esa extraña tristeza.
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Dice bien. Tan bien, que las palabras se salen del papel. Yo lo abrazo.
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