viernes, 29 de enero de 2010

No quise disfrazarme. No es mi fuerte.
En la percha colgada la coraza
rechina con su risa monocorde.
Se burla, el armatoste, de mi cara.

Apago el velador. A oscuras lloro.
Pronto veo a través de la ventana
la luna, que no me deja solo
y estira sus reflejos en mi cama.

¡Es tanto verso suelto mal leído!
¡Es la pena de ver lo que ha quedado!
¡Es tanta irrealidad hacia el olvido!

¡Es todo el fin del mundo entre las mantas
y a la luz de la luna, en este cuarto...!
Boca abajo me duermo hasta mañana.

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