lunes, 10 de mayo de 2010

JUAN 4 Mi relativa paz les dejo....

En el jardín de Juan se enseñoreaba una gran planta de diosma. Al salir, él siempre le cortaba ramitas que iba desparramando en las casas de sus amigos. Esas ramitas que duraban muchos días en mi mesa, evocaban su presencia. Muchas veces intenté plantarlas, pero nunca hubo suerte. Amarilleaban enseguida y se secaban.
- No vas a poder- me decía- . Hay que plantarla y encerrarla en un frasco de vidrio y tratar de que siempre le de el sol. En esta casa no hay sol.
Años más tarde logrè, por fin, comprar una planta con buena raíz, en un vivero. Es un arbusto de porte redondeado y crecimiento ràpido, que puede alcanzar hasta medio metro de altura. El follaje, algo plumoso, se compone de pequeñas hojas aromáticas de color verde oscuro, finas y terminadas en punta. Las abundantes flores son pequeñas también, tienen forma de estrella y pueden ser de color blanco o algo rosadas. Florecen desde mediados de invierno hasta casi finales de primavera y son capaces de volver a florecer en otras épocas del año.  El poco sol que hay en casa....parece que les basta.
Muerto ya Juan, unas cuantas semanas despuès, cuando su casa ya estaba en venta, me detuve en la vereda de enfrente para mirar aquella fachada que hoy ha cambiado. Ese día me sorprendí porque, en el jardín siempre desierto, tres vecinas deambulaban alrededor de la diosma como en peregrinación, con un respeto casi religioso, y silenciosas y rituales, cortaban leves ramitos para llevarse. Eran amas de casa, vestidas sencillamente, italianas, seguro. Sentí que pensaban en Juan. "Ay, me dije, si él las viera..."
Si. Se estaban despidiendo de la diosma. Lo primero que hicieron los nuevos propietarios de la casa, fue arrancarla de cuajo. El simulacro del balcón de hierro, las rejas de la entrada y la frase al pie de la virgen ("prega per noi") resisten al tiempo. Suele verse una luz difusa por la ventana. Yo creo que la casa los ha impregnado con el espíritu de los antiguos moradores.
Pero es imperdonable que no hayan respetado la diosma. En sus visitas,  Juan nos regalaba una ramita como si fuera de oro y nos decía: mi relativa paz les dejo.... y me alejo.

2 comentarios:

  1. Un reconto sin mentiras, un raconto Capotiano.
    ¿Por qué los que hacen la historia de este lugar, no lo copian, aunque sea? Juan, que era un personaje, o es, porque la que muere es la persona, no el personaje.
    Usted ejerció la resucitaciòn con la música que componen sus palabras.
    Gracias por este regalo..

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  2. Qué narración, maestro, atrapa intentar descifrar la cabeza de Juan. Qué personaje Lástima que terminó, yo quería que empezara una zaga de Don Juan De Leones y Tandil Cerro. Gracias.

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