viernes, 30 de julio de 2010

sensualidad instantánea

Nadie puede acusarme.
Yo soy tan buen actor
que ni te das cuenta que te hago el amor.
Y te toco las partes con los ojos
- las partes, si, las partes-
las partes por todas partes,
porque te parto y te reparto en partes
y me mando la parte
de que estoy aparte con tus partes.
Y está lleno de gente
pero te miro a vos
porque estoy caliente.
Te sigo adonde vas,
te chupo el movimiento
sin aliento,
subo a tu altura, me desbarranco
en muscular desbande
por tus muslos con mi hambre.
Pero estoy en mi asiento,
¡tan contento...!
Y vos vas y volvés
y yo no sé a quién querés
porque me aíslo en tus partes
-partes duras, partes blandas-
de los tres boludos que te acompañan.
Y te muerdo los brazos
y los pies...
Dejo tu cuello para después.
Sonreís...ah... sonreís...
¡ay...
sonreís con tanta estupidez!
que te clavo los dientes hasta el hueso
porque te lo merecés.
Y te paso la lengua de mirarte
y te la paso
por todas partes
Mi mano aprieta protuberancias
con sádicas ansias.
Pero estoy quieto. Solícito.
Nadie puede acusarme
de ningún ilícito.
No existe nadie más, por otra parte.
Sólo tus partes y yo
que con garras las agarro
y te hago barro
mirá
y te hago barro.
Puf ! Yo soy tan buen actor
que ni te das cuenta que te hago el amor.

2 comentarios:

  1. Maestro, sublime su recorrido, con dientes y todo. No hay que alzarse, si le pasa, marque territorio en Balcarce 50 y caliéntelos a balazos. Lo quiero y espero que su dirección enfile para ahí.

    ResponderEliminar
  2. Y nos queda la duda, será del mismo autor del poema anterior? ¡Qué imaginario inquieto, maestro! ¿Podrá recuperar la chancleta, después de semejante revoleo? Sus lectores le deseamos que se realicen su sueños, pero si así fuese, no lo publique, déjenos con la duda o lo van a pasar a la sección de Blogs Condicionados. Saludos.

    ResponderEliminar