a Cipe Lincovsky y tantos otros.
Se van...se van...se fueron...
ojalà que a la luz y a la alegría,
los recuerdos perdidos en el tiempo
hacen difícil retomar la vida.
Dan ganas de no ser
con tanta ausencia,
de guardarse en un tarro, en una caja
y esperar, a la intemperie, la patada.
Digo, tan sòlo, que extraño a mis artistas
que al decir con su magia una palabra
me sedaban el alma y la impericia.
No sè còmo cuidar a los que quedan
ni me importa la impresión que causo...
Mis fervores, mis ansias se acurrucan
en la sumisa fiebre del aplauso.
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