No los hay. Ni los habrá.
Yo ya estoy resignado
a que así sea.
Ni siquiera me importa
porque no sé qué haría
si alguno me leyera.
Muy pocas veces vengo
a mirarme al espejo
sin zozobras
y enseguida me voy
para otro lado.
Estoy feliz conmigo
pero me tengo cansado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Justo hoy se me ocurre volver a entrar en blogger.
ResponderEliminarMe sorprendió encontrar tu texto sobre María Elena. Es tu declaración de principios: principios con final abierto!
Y el poema de cuando uno se da cuenta que ya no lo quieren. Maldito! Variación del tema de Eladia que nos enseñaste hace poco, envenenado...?
Abrazo, amigo Alberto.
Fernanda.