No es de un día para el otro
que a uno no
lo quieren más.
Es en la rueca del tiempo
hasta que ya fue,
ya está: el silencio
se te instala
en la salita de estar.
Y en el patio y la cocina
y en la cama
- ni qué hablar...-.
De pronto mirás el cielo
y sos vos solo a mirar.
Cada uno está en sus cosas
o simplemente no está.
No es de un día para el otro...
Es un largo trajinar
de autoestimas bien trompeadas,
de ironías al azar,
de un pasado incomprensible
y un presente sin usar.
Los terceros en discordia,
lo que nunca pudo ser,
y ese saber de antemano
la indiferencia en la piel.
Y la tristeza te peina,
y la nostalgia te canta,
estás más solo que antes
al borde de la barranca.
Pero uno quiere vivir
aunque lo dejen de amar.
Y de un día para el otro
tampoco vivir podrá.
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